Ya se van quedando algunos huertos liegos o casi liegos aunque el del Simón está hecho una preciosidad. Una pena. Los sufridos hortelanos se van haciendo mayores, muy mayores y no hay continuidad generacional. Ese capricho de ver crecer esas plantas de tomates, patatas, cebollas, pepinos, pimientos y vainillas que vas regando cada tarde es todo un lujo.
Ahora hay que ser realistas y pasar al plan B. Paseíto corto y a relajarse. Entender que el estar sentado en el poyo de la entrada de casa sigue siendo algo de privilegiados.
Si la garrota es ya tu mejor amiga no pasa nada, acariciala, pásale la mano por el lomo, es otro momento que afortunadamente puedes vivir.
¡Ojalá llegue!
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