Acabamos de venir de
Madrid. Tristes. Hemos dicho el último adiós a mi tía Isidora, hermana de mi
madre. Me consta que este humilde bloc
servía para conectarla con su pueblo,
nuestro pueblo. Sé que desde el cielo nos
estará observando. Sé que estará leyendo estas líneas que os informan de esta amarga noticia. Sé que también estará contenta
al ver lo que la queríamos y lo que hemos sentido su pérdida.
Sabe que estos días, más que
nunca estaré pendiente del cielo y cuando, cualquiera de estas noches, allá por la Cruz de Cantón, alejado del
pueblo, vea una estrella fugaz, lágrima de San Lorenzo, sabré que desde allá nos estará diciendo que
no debemos estar tristes y que desde lo más alto velará para que seamos cada día más felices. Será, seguro, nuestro ángel de la guarda.
Hasta siempre, tía.
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