jueves, 7 de diciembre de 2017

Dando un paseíto










Martes 5 de Diciembre. Llego a Nódalo, No hace frío. Niebla sí, mucha niebla. Más de una docena de gatos vienen a saludarnos, unos son más blancos que negros.

El lavadero está helado, se podría presentar como sede para los campeonatos mundiales de patinaje, sería una magnífica proyección internacional. Nieve poca, en las umbrías, la queda de lo que nevó el fin de semana pasado.

Subo por la calle de la derecha, me ladran, pero poco. Sólo veo un chupón haciendo malabarismos sobre una hoja.

Algunos canalones gotean. Desde la atalaya observo que las chimeneas se han declarado en huelga. Un grajo grazna por Carramonte, no le entiendo.

Desde la cruz veo el verde del trigo recién sembrado que ya empieza a despuntar. Casi no diviso el nido de la cigüeña.

Me siento en el carasol. Se está de maravilla. Medito. El recuerdo me lleva al pasado pero no me quedo mucho rato, hay que recordarlo pero no quedarse a vivir en él.

Los escarambujos han perdido su color. El silencio me asurde. Me siento de maravilla con tanta quietud. Disfruto.

Bajo. Los poyos están vacios. La plaza sigue inclinada. En la poca nieve que queda no se ve huella humana.

La fuente ni gota. Han talado algunos chopos y han limpiado los arcenes de la carretera.

Son las 14 horas. Hasta otro día.