martes, 28 de diciembre de 2010

La flauta mágica


Estamos en Navidad y dentro de muy pocos días los Reyes Magos con sus camellos visitarán a todos esos niños y niñas que durante todo el año se han portado bien, a veces también hacen alguna excepción con los adultos. Recuerdo que cuando era niño apenas nos traían una bolsita de peladillas pero nos hacía mucha ilusión el ver las pisadas de los camellos marcadas en la nieve del corral.

Voy a hacer de rey mago para todos los más pequeños y os dejo con este cuento que según he leído en una antología antigua de cuentos populares de Aurelio M. Espinosa -1924, es originario de Nódalo. Disfrutadlo.


La flauta mágica
Érase una vez un campesino buen hombre, algo blando de carácter y escaso de bienes, que tenía dos hijos. El mayor, más bien presumido y envidioso; el segundo, medio tonto de apariencia, sencillamente humilde y limpio, y con una sombra de pena en el alma, porque su hermano mayor le echaba en cara con frecuencia que, por haber nacido él había muerto la madre en el parto.
Rodrigo, que así dicen se llamaba el mayor, gustaba llevar al mercado los frutos de su huerta; allí presumía de su buena figura y hasta sisaba al padre del producto de las ventas para fanfarronear ante los amigos en los días de fiesta. Por ello, siempre eran escasos los dineros que entraban en casa.
Envidioso del afecto que el padre volcaba en el menor, más desvalido, se ensañaba con él y le zahería con mil vejaciones, insistiendo al padre, hasta convencerle, que le pusiera a servir de zagal en el cortijo vecino. Y al fin, como zagal acabó el buen Juanillo que así se llamaba el menor.
Juanillo, pastoreando el rebaño, quedaba muchas veces mirando al cielo donde le habían dicho que estaría su madre y, sin saber cómo, hablaba con ella contándole sus penas e ilusiones.
Así estaba embobado un día, cuando apareció por un sendero de monte una respetable señora que al acercarse le saludó: "Hola zagalillo... pareces pensativo. ¿en qué pensabas?
Pues mire, señora, me llaman Juanillo y pensaba en mi madre que murió al nacer yo; porque aunque no la conocí, me acuerdo mucho de ella. Y a Juanillo se le empañaron los ojos a punto de lágrimas.
La señora le acarició con ternura y dijo:"No estés triste; ella te quiere, te mira y te protege desde el cielo. ¿Qué te gustaría tener para distraerte?
Pues mire, señora, una flauta para poderla tocar durante el día, pues me gusta mucho la música.
"Hombre, qué casualidad, dijo la desconocida: precisamente traigo aquí una que había comprado para mi hijo; te la regalo".
Y el zagalillo, llevado de un misterioso impulso se le echó al cuello y se permitió darle un beso lleno de gratitud y amor.
La señora correspondió con otro no menos cariñoso y siguió camino.
Juanillo que parecía tonto aunque no lo era, tenía excelente oído y buen instinto musical y tras unos momentos de ensayo, consiguió sacar de su flauta melodías folklóricas de la tierra y hasta algunas canciones religiosas que cantaban en la iglesia de su pueblo: unas a Cristo y otras a su Madre María.
De pronto, quedó pasmado al darse cuenta de que, cuando tocaba la flauta, las ovejas bailaban al ritmo que él tocaba; más tocaba, más bailaban sin aparente cansancio. Sólo cuando el descansaba, las ovejas se tumbaban a descansar.
Fue tal su alegría y afición, que los días siguientes pasaba el tiempo tocando y las ovejas bailando, y a ojos vistas, las ovejas engordando. Hasta que un buen día le sorprendió el mayoral y su esposa, advertidos por otro zagal envidioso que había visto la escena.
Juanillo, que había cesado de tocar al verles llegar, hubo de reemprender sus músicas a instancias del mayoral que no daba crédito a sus ojos... y vio de nuevo bailar al rebaño y ¡más aún! se encontraron bailando él mismo y su mujer sin poderlo remediar.
Cuando al fin cesó la música, las ovejas se echaron a descansar y el matrimonio echó a correr, pues según ella, aquel zagal o era brujo o tenía el demonio en el cuerpo.
Conclusión, el zagal fue despedido y regresó triste a casa dando pretexto a su hermano para nuevas vejaciones. "Porque es tonto e inútil hasta para cuidar ovejas", decía.
Rodrigo, al día siguiente, llenó de fruta y verdura una carreta y salió para el mercado del poblado próximo, pensando en ganancias y, más aún en agudezas para ganarse la admiración de las compradoras. Cercano al pueblo se cruzó en el camino con una respetable señora de edad que le saludó:"Hola joven.veo que vas al mercado.. ¿qué venderás hoy?
Como propio de presumidos es ser impertinentes, contestó con desfachatez: ¡ "Ratas"!
A lo que la señora respondió:"¡Pues ratas venderás"!
Y así fue: apenas abrió el primer saco, ratas y más ratas comenzaron a salir hasta llenar las calles y sembrar el espanto en la plaza del mercado, por lo que algunos mercaderes le dieron una paliza de no te menees.
Volvió a casa sin mercancía, sin dinero y con los huesos molidos. Y furioso, furia que descargó en su hermano el"inútil, que comía la sopa boba".
El padre sufría y buscaba soluciones que no hallaba, sobre todo, pensando en el Juanillo al que no sabía qué destino dar para aquietar a Rodrigo.
El Juanillo en cambio, con la osadía que da la inocencia, se ofreció al día siguiente para ir al mercado con más frutas y verduras, a lo que el padre accedió a pesar de las protestas y menosprecios de Rodrigo.
Y dicho y hecho, con unos talegos de verduras y un cesto de uvas, hacia el mercado salió llevando su amiga la flauta a la que fue arrancando sones por el camino.
Ya cerca del poblado, se cruzó con la señora conocida a la que saludó gentilmente.
"¡Hola, Juanillo, - le dijo ella - veo que vas al mercado... ¿qué venderás?
Pues mire, señora: verduras y uvas, -dijo el Juanillo; uvas muy buenas... ¿No quiere unos racimos?
Y dicho y hecho, le ofreció unos magníficos racimos que la señora aceptó y agradeció: "Muchas uvas venderás, hijo", le dijo. Y siguió cada uno su camino.
Y así fue: el Juanillo vendió todas las verduras y las uvas.¡uy, qué misterio!
Cuantas más uvas vendía, más lleno estaba el cesto. Y eran tan hermosas que se las quitaban de las manos, y cuando al fin cayó la tarde y por fin las uvas se acabaron, el Juanillo estaba rendido de tanto vender y regresó a casa con un talego lleno de dinero. A pesar del cansancio, hizo sonar a la flauta con todas sus fuerzas y la flauta echaba sones con una precisión y belleza que dejaba embobados a cuantos se cruzaban en el camino.
La sorpresa del padre fue mayúscula y la rabia y humillación del hermano, mayor aún. Pero las reflexiones que le hizo el padre ablandaron su prepotencia y acabó después de unos días con el ceño fruncido, reconociendo su cerril actitud y pidiendo perdón a padre y hermano.
En lo que la historia no está de acuerdo es en afirmar quién era la misteriosa señora: según unos, era su madre que los miraba y protegía desde el cielo hasta conseguir su reconciliación y prosperidad. Según otros, era la Virgen María. ¿Vosotros peques, quién creéis que era?

domingo, 19 de diciembre de 2010

La casa del Leopoldo


Hoy os dejo con otro correo, el que me ha enviado Marga, la nieta del Leopoldo y Amparo.
Me acuerdo perfectamente de sus tíos, Fernando, era pocos años mayor que yo y murió muy joven y Jaime, con el que he coincidido alguna vez por Barcelona, aunque hace ya mucho tiempo que no nos vemos.
Como podéis ver su casa está en venta, a ver si alguno o alguna os animáis.
Hola Javier, te envio las fotos de mi último viaje a Nódalo hace unas semanas. La casa se caía y tenemos que derribarla entera, no podemos ni salvar la cocina castellana que tanto me gusta.
Pronto la pondremos a la venta, viene muy al pelo de la "desertización" de Soria y sus pueblos gracias por seguir "construyendo" el blog.
Un abrazo
Marga

martes, 14 de diciembre de 2010

Casualidades

Os suscribo un email que me ha remitido Miguel Ángel Soria, persona que por casualidad ha leído mis blocs y que según parece desciende de Nafría, quizás os suenen algunas de las personas que cita.

Por una de esas carambolas informáticas de los enlaces, esta mañana he terminado en tu blog SORIA CASI VERDE, y para seguir la carambola en el de NÓDALO. He de decirte que me he quedado sorprendido, cuando uno ha sido "huérfano" de pueblo, cuando de niños en Madrid, muchos, o la mayor parte, tenían pueblo y otros solo nos identificabamos con la capital como era mi caso y con un remoto pueblo soriano visitado pocas veces, bueno, pues ver tu blog y tu curre por la tierra, cuando menos admira.

Te explico quien soy, mi nombre Miguel Ángel Soria, tengo 61 años, vivo en Madrid, felizmente prejubilado, mis padres Maximiano (ya fallecido) y Ángela (feliz con sus 90 años).
Pues bien, mi padre nació en Nafria la LLana, mis abuelos fueron Hermenegildo y María, a él le conocí, pues falleció en 1972, pero a mi abuela no, pues ya había fallecido cuando yo nací.

Ellos siempre vivieron en Nafría, pues mi abuelo, aparte de "las tierras" creo que siempre se dedicó a la venta ambulante por los pueblos sorianos cercanos. Su apodo: el Merejes. Mi padre emigró con 11 años a Cuba, junto con unos primos mayores, pues su padre no le podía mandar a estudiar a la capital y él no quería saber nada del terruño; volvió "hecho un hombre" con 20 años para cumplir con la mili, la guerrá le pilló y posteriormente se casó con mi madre y se establecieron en Madrid. Allí nacimos mi hermana y yo. En mi niñez hicimos algunos viajes a Nafría a ver a mi abuelo (que para aquel entonces se había vuelto a casar con Demetria) y algunos tios mios que por allí quedaban.
De esos viajes quedan en mi recuerdo: Nafría, Nódalo, la Venta Nueva, Calatañazor, La Muela... e incluso alguna foto en blanco y negro rescatadas de la casa de mis padres y muchos nombres de "tios" y tias" que cuando uno era niño "y de la capital" resultaban muy graciosos.

Cosas del pasado... Ahora comprenderás mi sorpresa, he leído apresurado, mucha parte de tus blogs (prometo hacerlo mas lentamente) y ya se encuentran entre "mis favoritos".

Deduzco por lo leído, que tu coche debe ir y volver solo Cataluña-Nódalo. Eso es amor a la tierra. Te felicito de verdad. Supongo que la coincidencia de nuestro apellido, es eso, pura coincidencia, pues los Soria y los Verde abundamos por esos lares. Aunque cuando he visto una foto de tu padre en la fuente y dices que nació en Nafria, pues... nunca se sabe.

No es que trate de encontrar familia, pues la verdad es que se dispersó geográficamente y por diferentes avatares de la vida la relación fue escasa. Creo que incluso unas primas mías viven en Nafría, donde hace años rescataron la casa de mis abuelos, por cierto con muy buen gusto y respeto al pasado, pero ya te digo que hace por lo menos una docena de años que no piso tierras sorianas.

Bueno, no quiero aburrirte más, supongo que no serán las últimas líneas. Un saludo desde los madriles, en este puente pasado por agua.

Un saludo.

Miguel Ángel Soria

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Nódalo nevado

He tenido la suerte de poder dar una vuelta estos días por el pueblo, y además, encontrármelo nevado. Quiero compartir con todos vosotros y vosotras estas fotos que seguro que nos dan una visión diferente a la que tenemos habitualmente. Si clicáis sobre ellas las podréis disfrutar a pantalla completa.

La luminosidad del día hacía que todo pareciera todavía más bonito.

Los tejados con su color blanco delataban la gran nevada.


Hasta las gardinchas permitían que la nieve se posara en ellas.


El verde del monte rompía con ese blanco que lo envolvía todo



Los gatos también querían tener su protagonismo, sólo en el barrio bajero conté hasta nueve que con sus maullidos delataban su apetito.


La noguera con sus algodones colgando quería interponerse entre el resto del paisaje.


No me digáis que la imagen no parece sacada de un cuento navideño.


Desde la calzadilla ese coche rojo delataba la presencia de Ruth y familia.


La fuente, impertérrita, con el sonido del agua acompaña la quietud de la mañana.


Desde el puente, los chopos, allá en el fondo, desnudos, tiritan de frío.


La calzadilla y los huertos, esperando las hazadas.


Desde el saúco, sigue predominando el blanco.


Complicado resultaba el intentar quitar el hielo.


El rojo de los escarambujos quiere también su protagonismo.


Desde el pórtico de la iglesia se podía captar esta fotillo.


Y esta otra.


El humo delata vida.

Desde la barbacana, los algodones acaricían y envuelven todo el entorno.


No veáis lo difícil que resultaba caminar sobre el hielo.


Con Emilio recordamos nuestra infancia delante de estos chupones.


Y para acabar esta chimenea que lleva ya muchos años en huelga de humo.
Espero que a través de estas fotos hayáis podido disfrutar, dejándoos llevar por todos esos lugares que tantas veces habéis recorrido, con la suerte de que no os habéis ni siquiera resbalado.
Quedad con Dios.